
En un matrimonio, el sexo es la primera de las solidaridades que se pierden. Después siguen las demás.
La vida es como la respiración: tomar y soltar.
Música ambiental, paredes forradas de espejos, cortinas de raso, videos porno, objetos kitsch. Con todos sus ornamentos las habitaciones de los telos, desde siempre, sirvieron como refugio de placer y como rienda para cabalgar algún encuentro sexual. Porque si hay algo que otorga el nicho de un telo a través de toda esa puesta en escena es lo que todos van a buscar: la clandestinidad.