El cuarto oscuro, le decíamos. Y nada tenía que ver con el lugar destinado al sufragio. Era un juego inventado al calor de un verano con mis primos. Uno se quedaba afuera de la habitación mientras los demás nos escondíamos en la profundidad oscura de los muebles y los objetos apilados.
La pieza elegida era la que estaba al fondo. La última de la casa chorizo donde vivía mi abuela. Las más chica y plagada de cosas en desuso llena de un pasado que nadie estaba dispuesto a borrar.
Con mis primos conocíamos minuciosamente el territorio y cada uno de sus huecos. Todos teníamos algún escondite estratégico, pero el ocultamiento se hacía difícil si alguien ya se había apropiado del lugar. Un pisotón en la cabeza de otro, un codazo y el desmoronamiento de las sábanas que cubrían la cómoda interrumpían el juego. Llantos, gritos y hacer las paces para empezar de nuevo.
A la cuenta de diez el que estaba en guardia atravesaba la puerta y con ella la espesa oscuridad para emprender la búsqueda.
Dos cosas hacían falta para se iniciara el juego: el aburrimiento y la densidad de una tarde de verano. Porque en verdad ninguna otra época del año hacía tan propicio ese recreo.
El juego empezaba cuando todos dormían la siesta y el cuarto se cerraba para convertirse en el más fresco de toda la casa.
Ni un rayo de sol entraba por las hendijas de la ventana. Sólo el contorno y las sombras de nuestros cuerpos movedizos, escondidos, frotándose.
Nos hundíamos ahí sin vernos, para buscar y encontrar al otro.
La pieza elegida era la que estaba al fondo. La última de la casa chorizo donde vivía mi abuela. Las más chica y plagada de cosas en desuso llena de un pasado que nadie estaba dispuesto a borrar.
Con mis primos conocíamos minuciosamente el territorio y cada uno de sus huecos. Todos teníamos algún escondite estratégico, pero el ocultamiento se hacía difícil si alguien ya se había apropiado del lugar. Un pisotón en la cabeza de otro, un codazo y el desmoronamiento de las sábanas que cubrían la cómoda interrumpían el juego. Llantos, gritos y hacer las paces para empezar de nuevo.
A la cuenta de diez el que estaba en guardia atravesaba la puerta y con ella la espesa oscuridad para emprender la búsqueda.
Dos cosas hacían falta para se iniciara el juego: el aburrimiento y la densidad de una tarde de verano. Porque en verdad ninguna otra época del año hacía tan propicio ese recreo.
El juego empezaba cuando todos dormían la siesta y el cuarto se cerraba para convertirse en el más fresco de toda la casa.
Ni un rayo de sol entraba por las hendijas de la ventana. Sólo el contorno y las sombras de nuestros cuerpos movedizos, escondidos, frotándose.
Nos hundíamos ahí sin vernos, para buscar y encontrar al otro.
Que curioso, y todavia aun de grandes seguimos los adultos jugando a eternas "escondidas"
ResponderEliminarEl juego, nunca termina.
Me gusto muchisimo.
Saque algo de mi bolso tambien hoy.
Mary Poppins
Qué bueno tener palpables estos recuerdos.
ResponderEliminarLos tuyos me trajeron a los míos y ahora los veo desfilar felices, uno tras otro.
Teníamos juegos parecidos, supongo en realidad que todos jugamos siendo niños a buscarnos y encontrarnos y reconocernos en la oscuridad.
Y ahora que lo digo, sigo jugando casi sin quererlo a cosas bastante parecidas a éstas...
Saludos culinarios Bombón.
Yo también jugaba al cuarto oscuro cuando era chica, y también a la hora de la siesta! Que buenas épocas! :)
ResponderEliminarY cuantas cosas que una vive en estos años se empezaban a develar en esos juegos de la hora de la siesta. Gracias por pasar.
ResponderEliminardos damas muy serias, la yourcenar y este juego del dark room infantil (los adultos tuvimos otros allá por los setenta, pero en estos no había paces ni paz).
ResponderEliminartal vez sea verdad que todos los caminos están escritos.
La siesta de los adultos siempre fue un lugar para algún tipo de transgresión.
ResponderEliminarYo tambien jugaba.
ResponderEliminarLa siesta aburre.
ps: yo sigo esperando la segunda entrega de "amores frustrados"
por mis pagos (chivilcoy, pcia de buenos aires) tambien se jugaba al cuarto oscuro!!!!!!!! para cada cumpleaños eramos muchos, y siempre alguno salia lesionado !!! que lindas epocas!!! Gracias por hacer feliz a mi niña interior !!!!!!!!
ResponderEliminarpor mis pagos (chivilcoy, pcia de buenos aires) tambien se jugaba al cuarto oscuro!!!!!!!! para cada cumpleaños eramos muchos, y siempre alguno salia lesionado !!! que lindas epocas!!! Gracias por hacer feliz a mi niña interior !!!!!!!!
ResponderEliminarRi, no puedo decir que estoy vaga porque a la segunda entrega la tengo escrita desde hace unos años. Ya se viene, ya se viene.
ResponderEliminarBombón... firmo asi porque tengo una compu muy rara hoy
Que recuerdos...
ResponderEliminarHoy creo que tendría su morbo jugar al cuarto oscuro.
En los cuartos oscuros podían pasar muchas cosas. Sobre todo cuando uno era ya medio grandecito.
ResponderEliminarUn hombre entro al cuarto oscuro una vez. Penso: "La oscuridad es solo la ausencia de luz. Que no vea las cosas no quiere decir que no esten alli." Y asi, comenzo a buscar. Y las cosas que encontro, lo hicieron mucho mas feliz que lo que jamas pudo imaginar.
ResponderEliminarLas siestas de mi niñez las recuerdo solo o con libros
ResponderEliminarBombon
ResponderEliminarVolvi a leerlo: que bueno!!!!
Oscuridad, juegos, niñez, verano. Nuena combinacion para un relato fresco.Me gusto mas todavia.
Hablando de "cuarto oscuro" pensar que en la "oscuridad tambien elegimos quien nos mande por un rato.
Mary Poppins
Cacho de pan: habilita tu perfil.
ResponderEliminarSebas: siempre hubo morbo en ese juego.
Dolmacè: a los doce que es cuando yo lo jugaba con más intenssidad pasaba mucho.
Pablo: aunque no las veamos las cosas siempre están ahí.
Brasil: leía de pequeña en otros momentos, en la siesta me gustaba jugar e investigar poniendo el cuerpo.
Mary: besitos y garcias por leer siempre.
De nada bombon
ResponderEliminarHoy escribi algo para levantar el animo, y surtio efecto
Aca llueve...
creo que el cuerpo hace un recambio y aprende algunas cosas, pero quiere jugar a lo de siempre, y que lo mimen y le den golosinas.
ResponderEliminarcon mis primos jugabamos a lo mismo.... lo malo es que al ser solo 3 en aquella época, al que le tocaba buscar, la tarea se le hacia incansablemente infinita ya que la habitación era muy grande y nosotros muy tramposos :P
ResponderEliminarsaludos!
Nosotros éramos seis primos y casi todos disfrutábamos de ese juego. Recuerdo que mi hermano era reacio a esa intriga que a los más chicos nos inundaba de curiosidad.
ResponderEliminarVersátil y acústica: es como guardamos esa memoria corporal y volvemos a pedir las mismas cosas que antes.
me encantó, dispara recuerdos que por gratos no son fáciles siempre...
ResponderEliminares muy divertido e interesante que puedes jugar en grupo
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